domingo, 9 de mayo de 2010

4TUT-MAY: Primeras personas, Tacita Dean

Tacita Dean
"El garabato del fraile"
La serie monumental de capiteles románicos del claustro de Santo Domingo de Silos ha atraído siempre múltiples visitantes, incluyendo distintas generaciones de artistas. Cuando Tacita Dean lo visitó por primera vez, muchos aspectos de este complejo histórico atrajeron su atención, como el canto gregoriano de las vísperas con el que los monjes acaban el día. Unos meses después, la artista regresó para estudiar con mayor atención los garabatos y graffiti que rodean la columnata del claustro, imaginando que los habitantes de la abadía habrían trazado esas marcas a lo largo de los siglos, mientras dejaban pasar las horas en su reclusión solitaria.

Como es habitual en la obra de Dean, una imagen o un encuentro al azar se convierten en un palimpsesto mnemónico. Al resonar como un eco en su imaginación, pone en marcha un tren de alusiones que suscitan recuerdos recientes y lejanos. Tal vez la referencia de mayor alcance generada por el claustro de Silos haya sido el recuerdo de un elaborado garabato en blanco y negro, dibujado décadas atrás, cuando Dean, colegiala, asistía a la misa semanal con quien lo hizo: un joven fraile estudiante de teología en una universidad cercana. De forma reveladora, aunque tal vez inexplicable, Dean había guardado aquel dibujo, protegiéndolo entre las páginas de un libro: quería hacer algo con él, algún día… Entre los recuerdos más recientes, estaba esa hoja de papel recorrida con trazos de lápices entrelazados. Igual que Giorgio Morandi ordenaba obsesivamente botellas y jarros sobre la mesa de trabajo de su estudio, para componer sus naturalezas muertas, y registraba sus cambios de posiciones con el simple recurso de reseguir sus huellas. Con ese trazado misterioso de líneas entrecruzadas, ni al azar, ni siguiendo un orden estricto, aquella gastada plataforma se convirtió en objeto de una película de Dean titulada Still Life (Naturaleza muerta), 2009.

Otra de sus obras, Lord Byron Died (Lord Byron ha muerto), 2003, le vino también a la mente en Silos durante aquella segunda visita de investigación. Comprendía una serie de seis fotografías en blanco y negro, fotografías que hizo Dean de antiguas firmas que descubrió por azar, en 1989, cuando buscaba un autógrafo de Byron en las ruinas del Templo de Poseidón, en Sunion. Aunque dejó de lado aquel material durante casi quince años, las semillas de aquello que se había revelado como un interés pertinaz en las huellas gráficas –garabatos, graffiti y similares— arraigaron aquel año durante su estancia en Grecia, gracias a una beca de intercambio internacional. Antes de graduarse en la Falmouth School of Art en 1988 había escrito su tesis sobre la obra de Cy Twombly: ¿premonición, antecedente o condición previa para aquel incipiente interés?

Miguel Sobrino, un historiador que lleva años estudiando la arquitectura medieval española, sostiene que los heterogéneos grabados que Dean fotografió en Silos tienen orígenes diversos. Algunos son marcas de trabajo hechas por artesanos individuales que servían para calcular el precio de sus servicios. Otros, que parecen rudimentarios tableros de juego, fueron probablemente obra de picapedreros que se distraían esperando el momento en que las nuevas columnas recién talladas, que aún yacían en el suelo, se insertaran en el tejido del edificio. Pero otros, que podrían ser esbozos rudimentarios de esquemas ornamentales para el claustro, dan fe de la accesibilidad de la piedra como superficie expresiva en un tiempo en que el suministro de papel era escaso y costoso. Mientras que otros, que incorporan texto e incluso firmas, parecen haberse trazado siglos después, posiblemente en un periodo en que las dependencias del monasterio, ya no habitadas por los monjes, ofrecían refugio invernal a los animales de granjeros locales, o servían de graneros para sus cosechas.

Los monjes ciertamente hicieron graffiti y garabatos, tal como especulaba Dean, aunque en Silos dichas actividades eran relativamente insólitas. Se sabe que los canónigos de Pamplona eran reprendidos y castigados por permitirse cualquier entretenimiento ocioso (como erosionar las superficies de una obra maestra de la arquitectura). Pero según Sobrino, en Silos no les preocupaba el daño o la profanación de los muros, pues aquel tapiz de antiguas incisiones, talladas durante la construcción del monasterio, desaparecería bajo las capas de cal y brillantes pigmentos que se aplicaban rutinariamente a todas las superficies esculpidas.
Antaño clandestino, este registro de impulsos hallados fortuitamente evoca las vidas vividas en reclusión, ordenadas por rígidos intervalos temporales y cargadas de frecuentes periodos de aislamiento. Patinadas por la combinación del envejecimiento y ciclos naturales, estas marcas han adquirido historias propias, como parte de una historia cultural autóctona que, casi siempre inadvertida, evoluciona junto a las versiones más oficiales trazadas por los artefactos icónicos y la arquitectura.

En The Friar’s Doodle (El garabato del fraile), 2010, Dean ha utilizado por primera vez una cámara de animación rostrum, y por esa razón, la película está compuesta de imágenes animadas, en oposición a las imágenes estáticas que caracterizaban su obra. Cortado en movimiento, el material se ha editado siguiendo muy de cerca los perfiles serpenteantes de los dibujos. La cámara nunca retrocede ni se aleja para revelar la elaborada composición en su totalidad. Visto acumulativamente, por decirlo así –en fragmentos, a lo largo del tiempo—, la surrealista composición sólo puede comprenderse con los ojos de la mente. El modo obstinado en que Dean revela la imagen original sirve metafóricamente para subrayar los dilatados procesos de descubrimiento necesarios para descifrar la escena de conjunto inscrita en el tejido de Silos. Porque los motivos tallados y grabados del inventario fotográfico que Dean realizó durante su segunda visita a Silos ofrecen un registro a veces indescifrable, a menudo fragmentado, que anula toda premisa de que la historia pueda ser singular, sólida y sellada. Este archivo constituye una analogía visual de ensoñaciones, cavilaciones y vuelos de la imaginación que, aun fijado en el pasado, resulta familiar y accesible: cercano a nuestra vida cotidiana, a las incursiones especulativas que vagan más allá del tiempo, sin fines discernibles. El garabato del monje parece avalar la persistencia de esos impulsos intuitivos que nos lleva a posicionarnos en los discursos léxicos de la historia, además de invitarnos a reflexionar sobre los mecanismos interpretativos que se despliegan para descodificar sus residuos gráficos.

Biografía de la artista

Tacita Dean (Canterbury, 1965), estudió en la Falmouth School of Art en 1985-1988, y en la Slade School of Art de Londres en 1990-1992. Obtuvo una beca del gobierno griego y asistió durante 1989-1990 a la Escuela Suprema de Bellas Artes de Atenas. Obtuvo la beca de la DAAD en Berlín para el año 2000, y desde entonces vive y trabaja en esa ciudad. Ha recibido numerosos premios, incluyendo el Kurt Schwitters Price en 2009, y ha expuesto en diversas instituciones internacionales desde 1989. Entre sus principales exposiciones individuales se incluyen: Tate Britain, 2001; MACBA, Barcelona, 2001; ARC, París, 2003; Schaulager, Basilea, 2006 y Dia: Beacon, Nueva York, 2008.
(Fuente: http://dorsumi.org/blog/2010/05/06/tacita-dean-el-garabato-del-fraile-burgos/)

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